Dedicatoria:
A
todas las personas ávidas de construir
un
mundo mejor en la sociedad en que viven.
SUMARIO
INTRODUCCIÓN
I CAPIÍTULO: Las Radios Comunitarias
1. Definición
2. Características
3. Dimensiones
3.1 Dimensión político cultural
3.2 Dimensión organizacional
3.3 Dimensión económica
3.4 Dimensión de sostenibilidad
social
3.5 Dimensión comunicacional
3.6 Lo emocional afectivo
4. El mito de las tres P
5. Misión de la radio
6. Radio comunitaria en un
entorno de conflicto
II CAPÍTULO: Experiencias de
Radios Comunitarias
1. Radio Candip
2. Radio KPFA
3. Radio Comunitaria de
Mahaweli
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
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INTRODUCCIÓN
Hoy cada vez
más, existen grupos ciudadanos que aspiran a contar con medios propios para
impulsar sus agendas e incentivar la pluralidad de voces, ante la avasallante
homogeneidad informativa cotidiana, ante la invisibilización impuesta por los
medios tradicionales a sus propias necesidades. Una tendencia a nivel mundial
de medios en manos de grupos sociales es la radiodifusión comunitaria, que
tiene su mayor actividad en América Latina y África.
La presente
monografía trata de disolver todas las dudas sobre lo que una radio comunitaria
es y puede lograr en un sociedad donde existen conflictos de toda clase, ya
sean socioeconómicos, políticos, ambientales, culturales, etc. La misión de la
radio comunitaria es construir ciudadanía y ésto implica procesos, avances y
retrocesos que una comunidad debe estar dispuesta a enfrentarse para lograr un
cambio rotundo, donde los integrantes de la comunidad puedan ser escuchados,
puedan liberarse de la terrible homogeneidad que los medios comerciales tratan
de imperar.
Espero que lo
que vayan a leer a continuación pueda ser de gran ayuda para ustedes, hombres y
mujeres, que quieren cambiar el mundo cada día, haciendo de este día mejor que
el de ayer mediante la radiodifusión comunitaria.
I CAPÍTULO:
Radios comunitarias
1. Definición
Existen
múltiples acepciones sobre las radios comunitarias, pero todas éstas se han
inclinado siempre por algo en común, tiene una palabra que aunque no sea
explícita está implícita, esta es la “democratización”. Una radio se hace
comunitaria cuando se entrega a la comunidad, cuando atiende sus gustos y
necesidades. Lo comunitarios se entiende como un estilo de vida, de
pensamiento, de relación con el público; no se puede decidir ser comunitario a
priori. Es una construcción cotidiana en la que se avanza y se retrocede; en la
que se acierta y se equivoca en la construcción de esta vocación social que es
la radiodifusión comunitaria1.
Aseguramos que
las aspiraciones de este movimiento de radiodifusión comunitaria tiene como
objetivo social fundamental la democratización de las comunicaciones con objeto
de que la sociedad civil tenga los espacios necesarios para sus intereses, en
contra de la concentración de la propiedad de las radiodifusoras en manos de
empresas comerciales que apenas deja un 10% a otras expresiones sociales.
Entonces, lo que buscamos en la construcción de una radio comunitaria es
generar espacios de interacción, crear vínculos más cercanos entre la radio y
la gente, y cuando digo “gente”, me refiero a las personas que no son
escuchadas comúnmente en otro tipo de radios (comerciales o estatales), es
decir, llevar a la radio a personas comunes y corrientes que nos puedan
expresar sus sentimientos, pensamientos, necesidades, etc. que la radio sea de,
para y con ellas, generando así esa cercanía con el receptor que en esta radio,
éste se convierte constantemente en emisor. Creamos una radio participativa con
el medio, ya que la radio comunitaria promueve la participación de los
ciudadanos y defiende sus intereses ayudando a resolver los mil y un problemas
de la vida cotidiana.
Por lo tanto,
lo que la distingue de las radios comerciales o de las radios estatales, es la esencia de lo comunitario:
los objetivos sociales por los que se lucha. Es decir, mientras las emisoras
comerciales tienen una finalidad lucrativa y las estatales una propagandística,
las radios comunitarias orientan su quehacer al servicio de la comunidad.
La radio comunitaria incorpora nuevos lenguajes, nuevos formatos,
otros sonidos, músicas, voces. Son otras formas de hablar, nuevos tratos con
los oyentes, formas de preguntar y de responder, formas de demandar, de
peticionar a las autoridades. Pues, cada radio comunitaria tiene su tonalidad
bien modulada con la imagen de aquellos que la escuchan. Lo importante es la
búsqueda de la diferencia.
“La radio comunitaria es un factor
de acercamiento, un puente, un paso hacia el otro, no para que el otro se
convierta en lo que nosotros somos, sino para que él pueda ser lo que es. No se
trata de tener más, sino de ser, esa es la verdadera misión de las radios
comunitarias” - Alliance des radios communautaires du Canada, ARC. Canadá.
En este sentido, la radio comunitaria
es una propuesta social, exponiendo claramente cómo pretenden incorporarse y en
consecuencia incidir en ese tejido social. La radio comunitaria es un proyecto
político, de ninguna manera partidista, en el sentido de que asume compromisos
y toma posición respecto a la problemática concreta en que vive y se ubica en
el contexto social en donde se desarrolla. Así, por ejemplo tenemos radios de
mujeres reivindicando sus derechos y su forma de querer ser vistas y tratadas
por la sociedad; radios indígenas que defienden y fortalecen su identidad
cultural en el marco de la realidad nacional; radios de jóvenes que proponen su
división, preocupaciones y formas de afrontarlas. La lista de proyectos
específicos es tan amplia y heterogénea como la sociedad misma, sin embargo, lo
que pretendemos dejar claro es que una radio responde a un proyecto político,
insisto no partidista, de mediano y largo plazo, y las decisiones sobre su
función son tomadas por el grupo que sostiene dicho proyecto, es una
reivindicación de los sujetos individuales y colectivos frente a los poderes.
Esta reivindicación se expone en
forma de ideas, opiniones y lenguajes integrados radiofónicamente en pleno
ejercicio de la libertad de expresión en la esfera de lo público, con el fin de
aportar a un diálogo colectivo para la construcción de los consensos y del
debate que lleve a una participación corresponsable. Por ello, las radios representan
la posibilidad de los ciudadanos, para ejercer su libertad de expresión y, en
todo caso, sentirse involucrados, reconocidos e identificados con sus
planteamientos y contenidos a través de un soporte tecnológico que es la
radiodifusión. De esta manera, los campesinos, los indígenas, las amas de casa,
los jóvenes, las mujeres, los hombres, entre otros, pueden expresar sus ideas,
su pensamiento, lo que quieren, lo que aspiran, lo que sueñan lo que les enoja,
lo que les alegra, finalmente lo que cada uno es, y es como práctica social un
ejercicio concreto de pluralidad informativa, algo que en definitiva es una
carencia en nuestro sistema comunicacional del país2.
2. Características
Mencionemos rasgos comunes de las
radios comunitarias. Las modalidades participativas y democráticas de trabajo,
la ausencia de fines de lucro y los objetivos de naturaleza política, social y
cultural.
Una radio comunitaria no se
identifica por la potencia de su señal, ni por la frecuencia, la licencia o la
propiedad del medio. Tampoco se contrapone a la producción de la calidad o a la
condición de la empresa rentable. Son sus objetivos políticos, el carácter
social de la emisora, lo que la define.
Las radios comunitarias también
fueron y son espacios de encuentro, expresión y acción de sectores minoritarios
que no ocupan puntos centrales del espacio social (homosexuales, cultura
underground de cualquier género, desocupados u ocupados marginales). Estos
grupos acceden al aire y la intención de comunicar un relato propio también
define la editorial política y la estética de la emisora.
Las programaciones de estas radios
se construyen fundamentalmente con base en lo local y lo específico3.
José López Vigil nos comenta con
palabras contundentes qué hace que una radio sea comunitaria: “Cuando una radio
promueve la participación de los ciudadanos y defiende sus intereses; cuando
responde a los gustos de la mayoría y hace del buen humor y la esperanza su primera
propuesta; cuando informa verazmente; cuando ayuda a resolver los mil y un
problemas de la vida cotidiana; cuando en sus programas se debaten todas las
ideas y se respetan todas las opiniones; cuando se estimula la diversidad
cultural y no la homogenización mercantil; cuando la mujer protagoniza la
comunicación y no es una simple voz decorativa o un reclamo publicitario;
cuando no se tolera ninguna dictadura, ni siquiera la musical impuesta por las
disqueras; cuando la palabra de todos vuela sin discriminaciones ni censuras, esa
es una radio comunitaria.
No se someten a la lógica del
dinero ni de la propaganda las emisoras que así se denominan. Su finalidad es
distinta, sus mejores energías están puestas al servicio de la sociedad civil.
Un servicio, por supuesto, altamente político: se trata de influir en la
opinión pública, de inconformar, de crear consensos, de ampliar la democracia.
En definitiva -y por ello, el nombre- de construir comunidad''4.
3. Dimensiones
Claudia Villamayor y Ernesto Lamas
distinguen cuatro dimensiones: lo político cultural, lo comunicacional, lo
organizacional y lo económica. Sumamos aquí, las estrategias de alianzas o
sostenibilidad social como una quinta dimensión y lo emocional como un eje
transversal presente en todas las dimensiones:
3.1
Dimensión político cultural
Son los
idearios, objetivos, utopías, principios o misión de las radios. Son los
objetivos político culturales de la radio que marcan la orientación del
proyecto y todos los demás objetivos en tanto institución.
“Expresa
también el modelo de sociedad presente en el imaginario de la radio y pone de
manifiesto la identidad del proyecto…Los objetivos político culturales de las
radios no nacen por generación espontánea. Palpitan en los proyectos y luego se
formulan de manera sistemática”5.
En esta
dimensión también entran las contradicciones y las revisiones que surgen de las
personas y de los grupos, de las condiciones materiales que marcan a su vez los
contextos políticos, económicos, culturales y comunicacionales.
3.2
Dimensión organizacional
Son los
modos o formas en que los colectivos de las radios se organizan, comprende la
división, coordinación y participación en el trabajo; la comunicación interna,
los espacios de toma de decisiones a través de los organigramas, los estilos de
dirección y los modos en que se distribuye el poder en el interior de las
radios.
3.3
Dimensión económica
Todo
proyecto radiofónico, aunque no persiga fines de lucro, comprende una dimensión
económica desde el momento en que requiere trabajo y recursos para su
realización. Esta dimensión refiere, entonces, a los modelos o criterios para
la generación, la administración y la proyección de los recursos económicos de
las radios. Involucra, también, las formas de propiedad que asumen estos
medios. Un proyecto económico involucra objetivos, ideas, ideologías, valores,
perspectivas sobre la dimensión económica. Construir un proyecto económico
implica explicitar qué economía se quiere para ese proyecto.
3.4
Dimensión de sostenibilidad social
Son las
alianzas, las articulaciones sociales y políticas que teje la radio, su
respaldo social que se finca principalmente en los actores comunitarios. Este
sostén social son las raíces que tiene la radio para afianzarse a su comunidad
y entorno. Estas raíces son, en todo caso, la garantía de pervivencia y solidez
de cualquier proyecto radiofónico pues garantizan la alimentación continua del
proyecto de contenidos y sentido, así como la construcción de sentidos hacia la
comunidad en una relación recíproca significante.
3.5
Dimensión comunicacional
Se refiere
a lo que comunica la radio y cómo lo comunica. Expresa el perfil de la radio y
su programación; su inserción en el mapa de medios; en las estéticas y
construcción de contenidos; en la conformación de unas audiencias, en su
posición editorial frente a problemáticas específicas, la calidad de la
información que emite.
“los
objetivos comunicacionales de la radio son las orientaciones elegidas para
expresar cómo deseamos comunicarnos con la comunidad. Son formas comunicativas…
que un equipo de radialistas decide para construir su relación con la
audiencia”6.
Las formas
y contenidos se expresan en la programación y deben ser concordantes con el
proyecto político cultural.
3.6 Lo
emocional afectivo
No
quisiéramos soslayar la importancia de lo que consideramos un eje transversal
que impacta las cinco dimensiones de la gestión integral: lo emocional
afectivo.
Este eje se
refiere al estado que guardan las emociones, afectos y confianza entre los
miembros del colectivo de la radio, así como de las relaciones de estos con sus
familias o núcleos comunitarios.
La
particularidad de los colectivos que componen una radio comunitaria, en donde
el motivo de la permanencia y trabajo dentro de la radio tiene que ver con vocaciones
de transformación social en muchos de los casos, hace que este aspecto tenga
una relevancia política y estratégica, pues es uno de los fundamentos del
colectivo y por ende de la radio.
4. El mito de
las tres P
A la radio
comunitaria también se le nombra como el “tercer sector”, en referencia a la
composición que prevalece en la actualidad en el panorama de los medios electrónico, está el sector de los
medios comerciales con fines de lucro, el sector de los medios públicos o de
Estado, que pertenecen a instituciones gubernamentales como lo son las radios
indigenistas propiedad de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los
Pueblos Indígenas, que aunque hacen un excelente trabajo comunitario, en los
hechos la determinación del proyecto radiofónico y del medio mismo es del
Estado no de las comunidades, lo cual hace una diferencia política y social,
pues las comunidades no deciden sobre él; y el sector social de los medios
comunitarios o ciudadanos, que ha tenido su mayor crecimiento e impulso en
América Latina, especialmente en el sur del continente donde comenzaron con
fuerza desde los años 50 en Bolivia, y luego a consecuencia de las dictaduras
militares que hicieron estragos.
Estas
radios del Tercer Sector en América Latina y el Caribe (ALC), están festejando
más de 50 años de vida. Por ejemplo, en Colombia, en 1947, vio surgir las
primeras experiencias de radio con un sentido no comercial y con el objetivo de
alfabetizar al campesinado. La Iglesia Católica fue la primera en asumir esta
iniciativa y, a través de su propia red institucional, colaboró para que la
experiencia colombiana iniciada en Radio Sutatenza se fuera multiplicando en
varios países de la región. La idea inicial de la alfabetización por radio
estuvo vinculada estrechamente a una nueva noción del desarrollo y de la
construcción de una sociedad más justa7.
Existe la
tendencia a pensar que lo comunitario se relaciona con el tamaño en términos de
potencia o cobertura, o a su restricción a un área geográfica limitada, por
ello cuando se hace referencia a la radio comunitaria se tiene a pensar como
sinónimo de radios pequeñas, de baja potencia, recluidas en algún lugar perdido
de un pueblo, de quién sabe dónde. En pocas palabras se les identifica con las
llamadas características de las tres P:
Pocas: A pesar de
que existe una demanda social creciente de múltiples sectores por contar con un
medio propio, hay una tendencia limitar el acceso a frecuencias para operar
medios electrónicos por parte de grupos de la sociedad civil sin fines de
lucro, a quienes se les imponen condiciones técnicas o económicas casi
inalcanzables, aun así cuando los grupos ciudadanos exigen su lugar en el
espacio radioeléctrico, los gobiernos plantean “soluciones” como imponer una
reserva de frecuencias o bien acciones para limitar su crecimiento.
Si tomamos
en cuenta que el espectro es patrimonio de la humanidad (Tratado de
Torremolinos, 2000) y corresponde a los Estados su eficiente administración, no
tendría por qué haber restricciones para que grupos organizados de la sociedad
civil pudiera acceder a las frecuencias, el tema es que asume la actividad
radiodifusora como esencialmente empresarial, por lo que se prioriza esta
actividad dejando de lado, o peor aun ignorando, que debe ser una actividad de
servicio público que entraña la libertad de expresión y la pluralidad
informativa. ¿Por qué la actividad comercial puede crecer a sus anchas y la
actividad con fines sociales no puede, en la mayor parte de los casos, ni
siquiera existir?
Pequeñas: Ciertamente
una radio comunitaria, puede ser una emisora de baja potencia en alguna
localidad pequeña, pero también lo puede ser una emisora ubicada en una gran
ciudad con una potencia suficiente para cubrirla. Lo comunitario se refiere a
la comunidad de intereses, así sea la comunidad de jóvenes de una ciudad o de
una localidad en el campo que puede ser grande o pequeña, pues este sector está
en todas partes. Igual pasa con aquellas emisoras que cubren públicos que,
aunque dispersos, tienen la misma cultura e idioma, como sucede con las
emisoras indígenas o campesinas que cubren hasta 20 municipios o más. Equiparar
la radio comunitaria con baja potencia, fue la salida que encontraron algunos
países. Si no podían evitar su crecimiento, se les dejaría existir pero
limitándolas en sus potencias y coberturas: “pequeñas para que no molesten”.
Las radios
comunitarias deciden la dimensión de su potencia en función de sus objetivos y
de su capacidad técnica para brindar el servicio a las comunidades, además por
su capacidad económica para dar mantenimiento a la estación, pues entre más
alta la potencia más altos son sus gastos de operación. Lo que en principio se
defiende es la posibilidad de que las emisoras puedan, por sí mismas,
determinar la potencia en la que pueden operar sin que existan condiciones
restrictivas por querer pensar que lo comunitario se define por la potencia que
tiene o deber tener.
Pobres: Es común
pensar que una emisora con compromiso social es, por definición, una emisora
pobre, con vocación misionera que debe resignarse a sobrevivir con donativos,
dádivas y buena voluntad, sin derecho, al igual que especialmente en venta de
espacios para promoción y publicidad de quien pueda pagarlos. No se trata de
buscar el lucro, ese no es el objetivo ni está en su función, pero sí de
generar actividades que permitan ingresos para que la radio pueda cumplir con
su función de servicio público y garantizar la permanencia del proyecto social.
Aunque ciertamente las radios cuentan, por condición propia, con el trabajo
voluntario de muchos colaboradores, a los que hay que capacitar, una radio no
puede sólo funcionar con eso. No tiene fines de lucro, pero tampoco, fines de
pérdida.
5. Misión de la radio
Si quisiéramos
resumir en un par de palabras la misión de una radio y, en general, de un medio
de comunicación, no dudaríamos en hacerlo refiriéndonos a la construcción de
ciudadanía. Construcción sugiere proceso, avances y retrocesos.
Y
ciudadanía, como el Jesús de Arjona, es verbo y no sustantivo.
Ahora bien,
el proceso de ciudadanización puede verse desde dos perspectivas, una más
personal y otra más política. La primera exige cambiar el modelo educativo. La
segunda, cambiar de educadores.
El primer
territorio liberado: Lo primero que hay que ciudadanizar es la cabeza. En
el llamado complejo R —el cerebro más antiguo que tenemos los humanos— se
inscriben los instintos primarios de conservación y reproducción. Ese estrato
primitivo que compartimos con los reptiles juega un papel decisivo en el
establecimiento de las jerarquías y en la obediencia ciega al líder. La manada
sigue al jefe. La bandada sigue al pájaro guía. Y con preocupante frecuencia,
la sociedad humana sigue al caudillo.
Siempre es
más cómodo hipotecar la libertad y dejar que otra persona decida por nosotros.
El primer
territorio a ser liberado son los mil cuatrocientos centímetros cúbicos de tu
cerebro. La ciudadanización tiene que ver con las capas superiores donde
residen las funciones cognoscitivas, las que nos permitieron trascender los
impulsos irracionales. ¿Cómo se logra esto? ¿Cómo se desarrolla esa conciencia
personal y esa responsabilidad por los demás? ¿Por qué camino nos apropiamos de
valores altruistas como la solidaridad? La respuesta no es otra que la
educación.
¿Qué es
educar? El vocablo viene del latín educare, que a su vez se formó a partir del
verbo educere. Este verbo está compuesto por el prefijo ex, que significa
afuera, y la raíz indoeuropea duc que significa llevar, guiar. Así pues, según
su etimología, educar significa llevar hacia afuera, extraer. A Sócrates le
encantaba este verbo. Y lo relacionaba con el oficio de su madre, que era
comadrona.
—Es lo
mismo que hacer parir —decía el sabio griego--, pero no a los cuerpos, sino a
las almas.
Sócrates
llamó mayéutica —arte de comadronas— a su método filosófico de investigación y
aprendizaje. Se trataba de descubrir, a base de preguntas bien orientadas y
ejerciendo el raciocinio propio, la verdad que está dormida en la mente de cada
persona. Igual que la partera educe al feto y lo saca a la luz, quien educa
también ayuda a extraer las ideas más honestas, los mejores conceptos, de otras
personas.
En esta
óptica, educar sería facilitar el pensamiento propio. Más que imbuir de conocimientos,
la pedagogía socrática apunta a desarrollar la personalidad, desenvolver,
desplegar las potencialidades del ser humano.
Igual que
la vida, también la educación será un proceso continuo, permanente. La
formación del hombre y de la mujer no acaba nunca. Somos perfectibles. Si el
camino de la ciencia es inagotable, el de la conciencia lo es aún más.
Otro asunto
es la instrucción, los conocimientos que recibimos en la escuela, la docencia.
Para comprenderlo, rebusquemos también en la etimología de esta palabra.
Docencia
viene del verbo latino docere y éste del griego dokein. La raíz doc es la que
da origen a doctor, la persona que enseña. Del mismo vocablo vienen palabras
como doctrina, documento, ortodoxia, dogma. De la misma raíz proviene didáctica,
la ciencia de enseñar y aprender.
Están
bastante claras las dos opciones. ¿Educere o docere? ¿Duc o doc? Aunque las
palabras se parecen, los sentidos son bien distintos. En el primer caso estamos
hablando de educar en valores. En el segundo, de instruir, de transmitir
conocimientos. Por supuesto, ambos verbos no tienen por qué pelearse. Al
contrario, pueden y deben complementarse. Pero una cosa es una cosa y otra es
otra, como dice la sabiduría popular.
Cuando
hablamos de democratizar la cabeza, nos referimos, claro está, a la educación
en valores. En los tres valores fundacionales de la concepción ciudadana
—libertad, igualdad y fraternidad— que nos permitirán asumir una actitud nueva
ante la vida, una manera desprejuiciada de relacionarnos con los demás.
El día en
que mires de frente y a los ojos a cualquier persona y sientas que no vales más
ni menos que ella por el color de tu piel ni por tu sexo ni por ninguna otra
diferencia biológica o social, habrás ciudadanizado el pequeño territorio gris
de tu cerebro. Serás a child of the univers, como soñaba Max Ehrmann —aquel
poeta de Indiana que escribió Desiderata—, un hijo del universo, una mujer
cosmopolita, un joven con mentalidad moderna, una chica ecológica que sólo alza
una bandera, la de la Humanidad. Mirarás a los diversos como iguales. Y no
solamente tolerarás sus diferencias, sino que disfrutarás con ellas. Ni más ni
menos que nadie: ésa es la consigna.
Cambiar el
modelo educativo para aprender a gobernarnos por las capas superiores de
nuestro cerebro. Pero también cambiar de educadores porque ha cambiado el mundo
y necesitamos una brújula más precisa para orientarnos en él.
Un cambio
de época: El año 1989 fue una bisagra de la historia. El 9 de
noviembre cayó el muro de Berlín. Una semana después, los militares
salvadoreños asesinaron a los jesuitas de la UCA. A los pocos días, Estados Unidos
invadió Panamá. A las pocas semanas, el Frente Sandinista perdió las elecciones,
vencido tras una guerra de alta intensidad made in USA.
Por
entonces, yo estaba viviendo en Managua y recibí una invitación de los compañeros
de Radio Venceremos para darles un taller de producción radiofónica.
Estaban
preparando la segunda ofensiva a San Salvador.
—¡El día de
la victoria se acerca vertiginosamente! —vibraba la voz de
Santiago,
el legendario locutor de la emisora guerrillera.
Fue una
capacitación especial, naturalmente. Tuve que pasar varios controles militares
hasta llegar a Morazán. Hice noche en Perquín y desde allí, con ayuda de un
baqueano, alcancé el campamento clandestino de la Venceremos. Leti era la directora de la radio. Me
presentó a todo el equipo y comenzamos las prácticas. Las hacíamos, a veces, al
aire libre. Otras veces dentro del buzón, como cusucos, porque en cualquier
momento rugían los aviones bombarderos. Fue un taller subterráneo, el micrófono
en una mano y el fusil en la otra. Cuando nos fuimos a bañar al río, una
muchacha muy joven, que andaba enmontañada desde cipotilla, se acercó y me
preguntó:
—¿Le puedo
hacer una pregunta?
—Dime.
—Usted que
viene de fuera, tal vez me sepa responder. ¿Cuándo vamos a ganar esta guerra?
—La
victoria está muy cerca —respondí yo repitiendo las palabras de Santiago.
Los
acontecimientos internacionales se precipitaron. En agosto de 1990, Irak
invadió Kuwait y al año siguiente Estados Unidos invadió Irak. La Unión
Soviética se desintegró. Las revoluciones centroamericanas, una tras otra,
fueron arriando sus banderas.
—Es que no
es una época de cambios, sino un cambio de época —decía, siempre optimista, el jesuita
Xabier Gorostiaga.
Sí, pero,
¿a dónde va esta época? ¿Por dónde seguimos? Como dijo mordazmente un grafitero
quiteño: Cuando casi teníamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas. ¿Estaban mal enfocados nuestros objetivos
justicieros? No, desde luego. Porque hoy el mundo está más desequilibrado que
cuando en 1968 los obispos progresistas de América Latina firmaron los
Documentos de Medellín. O cuando el Che, un año antes, murió peleando en las
selvas de Bolivia. ¿Tal vez no erramos en la meta pero sí en el camino para
alcanzarla? Puede ser. Si algo hemos aprendido en estos tiempos es que el poder
no se toma, sino que se construye. Igual que la ciudadanía.
Si quieres
la paz, prepara la paz: Las hembras de chimpancés tienen mucho que
enseñarnos. Sin haber asistido a cursos de resolución de conflictos, son
expertas en la materia. ¿Cómo se comportan? Estalla una trifulca entre los
machos. ¿Por qué pelean? Por comida, bebida y cogida. Por todo. Por pelear.
Incluso otros machos que no tienen arte ni parte en el lío, se entrometen y
animan a los luchadores para que se peguen más duro.
Si las
cosas se complican, el macho alfa toma la iniciativa y los disuelve a
empellones. ¿Y las hembras? Cuando los machos se han retirado, unos envanecidos
y otros humillados, las chimpancés comienzan su labor de mediación. Una va y se
sienta junto a un macho derrotado. Lo mira, le hace muecas, le toca el pelo,
comienza a espulgarlo. Lo anima para que él haga lo mismo con ella. Después, le
enseña las nalgas. No busca sexo. Es una treta para que él la siga mientras
ella se aproxima al adversario. Ya tiene a los dos un poco más cerca. Ahora se
sienta junto al segundo y repite las miradas, las payasadas y el espulgo.
Vuelve al primero. Más nalgas y más cercanía. Y así, del uno al otro, del otro
al uno, hasta que los peleones se encuentran frente a frente. La mona hace una
última monada y los dos machos se perdonan, hasta se besan y comienzan a
acicalarse mutuamente.
Las
hembras, especialmente las más adultas, conocen muchas dinámicas de grupo y de
reconciliación. Cuando riñen los jóvenes, una chimpancé mayor se mete en medio
y comienza a manotear. Aúlla, brinca, agita las manos. Arma tanto alboroto que
los pendencieros se desaniman y se van por donde vinieron. Otras veces, las
chimpancés pacificadoras arrastran por la mano a un enemigo y lo sientan junto
al otro. O rascan al vencedor en las costillas y su insistencia es tanta que
éste acaba acercándose al vencido para hacer las paces. ¿A qué vienen estos cuentos de monos? Bueno,
resulta que los chimpancés son nuestros parientes más próximos, nuestros primos
hermanos. Tuvimos un antepasado común hace apenas cinco millones de años que,
en el reloj biológico, es como decir anteayer. En el libro de instrucciones de
la vida, el ADN, tenemos demasiadas páginas en común.
Estos
arrebatos de violencia, tan frecuentes en monos como en humanos, se deben, en
buena medida, a las hormonas. La agresividad tiene relación con la
testosterona. Y los hombres poseen, por lo menos, siete veces más cantidad de
testosterona que las mujeres.
Este
sustrato biológico se refuerza enormemente con el estilo de crianza y de
educación. Los padres que incitan a sus hijos varones a demostrar que tienen
bien puestos los huevos cuando en la escuela les hacen cualquier ofensa. La
prohibición de llorar. La homofobia. El castigo frente a cualquier aproximación
del niño al "mundo femenino", desde jugar con una muñeca hasta besar
a otro compañerito. La agresividad nace y se hace. Mezcla de genes y de género,
el caso es que el varón es mal negociador. Su forma más habitual de resolver
los conflictos es a puñetazos. Así le enseñaron en la casa y en la calle. Así
lo ha visto y confirmado en la televisión. Se calcula que cada tres minutos hay
una escena violenta en la pantalla chica, un balazo, un asesinato, una
explosión.
Las niñas
también reciben el impacto de estos programas. También quedan tentadas por la
violencia como el camino más rápido para resolver los problemas cotidianos.
Pero no ceden tan fácilmente a ella.
Las mujeres
tienen una gran ventaja biológica y una enorme reserva cultural. Son ellas
quienes dan a luz. Son ellas quienes crean la vida. Los varones inseminan, pero
no crean nada. Por su mayor fuerza física, se orientaron a la caza mayor y
después, para defender los excedentes de la agricultura, a la guerra mayor. Los
varones han sido los fabricadores de prácticamente todos los conflictos armados
padecidos en este planeta. Mientras las mujeres estaban dando vida, los varones
estaban quitándola.
¿Significa
esto que todas las mujeres son pacíficas y todos los hombres son violentos?
Nada de eso. Basta con recordar la dulce sonrisa de Gandhi y la odiosa mirada
de Condolezza Rice (a pesar del significado de su nombre). Hablamos de
promedios. ¿Significa que todas las mujeres saben negociar y ningún hombre es
diplomático? En lo absoluto. Basta con escuchar los gritos de mi vecina y la
franciscana actitud de su marido. Hablamos, repito, de mayorías y minorías, de
porcentajes.
Con todas
las salvedades, no cabe duda de que la agresividad de los varones, innata y
cultivada, es responsable de la mayoría de los problemas de convivencia social.
No es casual que la población carcelaria en todos los países del mundo tenga
una proporción de cinco hombres por cada mujer internada.
Si quieres
la paz prepara la guerra, decían los belicosos romanos. Las chimpancés y las
mujeres nos enseñan otro camino, el de la maña frente a la fuerza. El de la
negociación frente a la violencia. Dialogar, razonar, ceder un poco de ambas
partes, aproximar posiciones.
Nos
preguntamos antes si habíamos equivocado nuestras metas de justicia. Tal vez el
mayor error fue el de no haber sabido cambiar de educadores. En esta nueva
etapa del mundo, saturados ya de las guerras que provocan los terrorismos y de
los terrorismos que desencadenan nuevas guerras, necesitamos pedir orientación,
quizás hasta ayuda profesional, a quienes saben darla, es decir, a las mujeres.
Necesitamos —los varones— reeducarnos, reconstruirnos, ser y vivir de otra
manera. Necesitamos —con urgencia— aprender a compartir el poder.
Ciudadanizar las relaciones políticas significa
renunciar a la agresión como método para solucionar los conflictos y
experimentar la solidaridad como una mejor y más eficaz alternativa. Significa
ir construyendo poder desde abajo, como los árboles.
Ciudadanía
personal y política. Y un tercer reto, el de ciudadanizar la programación de la
emisora. ¿En qué consistirá esto? En experimentar formatos como los ya
mencionados para enfrentar las viejas discriminaciones y para compartir los
nuevos valores con la audiencia. Y algo todavía más integral, más holístico:
pensar todo el medio radiofónico desde una perspectiva mediadora. El periodismo
de intermediación será el motor más formidable, la propuesta más exitosa, para
cumplir la misión de nuestra radio.
En esta
tarea, las compañeras están llamadas a ser protagonistas. Nosotros también, los
varones, en la medida en que controlemos la testosterona.
—¡El colmo!
—me enfrentó un periodista defensor de su género durante un taller en la
capital paraguaya—. ¿Qué quiere usted? ¿Qué ellas gobiernen la radio, darle la
vuelta a la tortilla?
—No, colega
—recordé una lúcida frase de una lúcida feminista—. No es cuestión de voltear
la tortilla, sino de cocinarla juntos.
Necesitamos
de hombres y mujeres en las emisoras ciudadanas. Ambos sexos, cada uno desde
sus mejores aptitudes, aportará aspectos indispensables para el proyecto
radiofónico. La testosterona, bien encauzada, se traduce en audacia. Y
necesitamos iniciativas intrépidas en el diseño de la programación. ¿Quieres
hacer la guerra, indómito varón? Hazla contra la rutina, la peor enemiga de la
pasión y de la radio. Declara una batalla sin cuartel a la monotonía, a los
programas predecibles. Emplea tu efervescencia hormonal y tu sentido de
orientación —bien masculino, por cierto— para hacer cacería de burócratas y
corruptos. Aprovecha tu fortaleza física —un veinte por ciento más que la
mujer— para enfrentar a los violadores de los Derechos Humanos7.
6. Radio
comunitaria en un entorno de conflicto
Una radio
fortalecida desde adentro, una radio que tiene claro su proyecto político
comunicacional, que tiene espacios para tomar decisiones colectivas; una radio
que establece mecanismos para analizar el contexto en el que desarrolla su
trabajo y definir su postura frente al mismo; una radio capaz de establecer
alianzas acordes con sus objetivos; una radio que establece un diálogo con su
audiencia; una radio que fortalece su propuesta radiofónica con la revisión
periódica de su proyecto político cultural; en suma una radio que tiene en la
medida de lo posible las diferentes dimensiones de la gestión en sintonía, y
que tiene claro su papel político en el contexto comunitario se convertirá en
actor central de la comunidad.
En un
contexto marcado por el conflicto social y la violencia, las radios
comunitarias cobran más relevancia de la habitual. Como hemos visto
anteriormente, se trata de espacios que ofrecen a sus audiencias otro punto de
vista diferente al que ofrecen los medios de comunicación comerciales. Son
medios en los que las personas de la comunidad pueden alzar la voz y manifestar
sus puntos de vista.
“Cuando verdaderamente están en manos de la
gente, las tecnologías de la información y la comunicación pueden convertirse
en herramientas poderosas que le permiten a la gente volver a narrar, a
interpretar, a recordar y a compartir con otros las nuevas cotidianidades
permeadas por la violencia.”9
Si bien es
cierto que el conflicto social rompe la identidad cultural y el proyecto de
vida de las personas que habitan en un lugar determinado -hay un cambio físico
emocional del cual normalmente es difícil hablar, ya que el miedo juega su
parte y el hablar de él implica aceptar la vulnerabilidad propia- como medios
de comunicación comunitaria, las radios pueden establecer una estrategia
comunicativa propia para aportar a la transformación positiva de un conflicto
social.
En síntesis
el proceso de gestión en medio del conflicto supone:
• La
discusión al interior de la radio a la luz del norte que resulta ser el
proyecto político comunicacional.
• Diseñar
espacios en la programación para abordar el conflicto social, pero también,
diseñar formas organizativas que nos permitan cohesión interna, que faciliten
la presencia de corresponsales comunitarios, que permitan la comunicación y la
construcción de consensos al interior del colectivo para tomar decisiones
claves.
•
Desarrollar estrategias económicas para cubrir los gastos necesarios de la
producción.
• Definir
un mapa de alianzas para contar con fuentes de información confiables, aliados
en caso de ataques a la radio, apoyos de instituciones, etc.
•
Reflexionar sobre nuestra práctica radiofónica y sobre la estrategia
comunicativa que emprenderemos ante un conflicto determinado. Las conclusiones
a las que llegue el colectivo serán diferentes en cada circunstancia. Sin
embargo, si partimos de un análisis del conflicto podemos ayudar a establecer
estrategias comunicativas acordes con nuestros proyectos político
comunicacionales.
Finalmente,
no hay que olvidar que los medios comunitarios pueden contribuir a los procesos
de buena gobernabilidad, transparencia y responsabilidad de los gobiernos
locales.
Si trabajan
a favor de la comunidad, pueden favorecer el proceso de información
participativa, contribuir a un pacto social comunitario, pueden ser un canal de
diálogo entre los distintos ámbitos de gobierno y los diferentes sectores
sociales, pueden promover el ejercicio pleno de los derechos humanos; y
funcionar como un canal para el intercambio de ideas. En suma pueden contribuir
al fortalecimiento de las comunidades.
II CAPÍTULO: Experiencias de Radios
Comunitarias
La radio comunitaria existe en todo
el mundo. La importancia y el impacto de las experiencias en este medio
difieren considerablemente según las regiones. Su duración puede ser de dos
meses o de una o más generaciones. Algunas constituyen experiencias totalmente
aisladas; otras están estrechamente ligadas a redes nacionales, regionales o
internacionales de conferencias, publicaciones o grupos de interés o de
actividades. Se han puesto en práctica diversas experiencias sobre radios
comunitarias; algunas han reunido a poblaciones de una misma etnia, como Radio
Hill Tribes de Chiengmai en Tailandia, o a miembros del mismo grupo industrial,
como los mineros bolivianos, o a gente de la misma ciudad, como en Appam o
Dormaa Ahengkro en Ghana, o los 3000 habitantes de una pequeña isla, como Radio
Sunshine en Niué, en el Pacífico. En otras ocaciones están respaldadas por
organizaciones confesionales (como la Asociación Mundial para la Comunicación
Cristiana, el Consejo Ecuménico de las Iglesias, la Fundación Mundial Luterana
o la Asociación Católica Internacional para la Radio y la Televisión [UNDA]),
por partidos políticos o por organismos de desarrollo.
La mayor parte de las radios
comunitarias se agrupan en dos organizaciones: la Asociación Mundial de Radios
Comunitarias (AMARC) y la Asociación Internacional de Radiodifusión (AIR). La
primera es una organización no gubernamental sin ánimo de lucro, destinada al
servicio y sostenimiento de las radios comunitarias en todo el mundo. Tiene más
de 2000 asociados de los cinco continentes. La AMARC, como red internacional de
solidaridad que es, contribuye al desarrollo de las radios comunitarias
estimulando la cooperación y el intercambio entre sus miembros, democratizando
la radio a través de acciones nacionales e internacionales, promoviendo el
movimiento de las radios comunitarias, defendiendo y representando los
intereses de sus miembros a nivel internacional y facilitándoles servicios
diversos. La segunda se fundó en 1946 en México con el nombre de Asociación
Interamericana de Radiodifusión (AIR) y adoptó su nombre actual en 1985. La AIR
defiende la difusión tanto por radio como por televisión, en la medida en que
cumpla las normas internacionales técnicas y reglamentarias. A este respecto ha
sido siempre crítica con las radios comunitarias que, sin estatuto legal,
ocasionan problemas de interferencia. La AIR también lucha a favor de una
radiodifusión como medio para la libre expresión de ideas, además de fomentar
la cooperación entre las emisoras, ya sean públicas o privadas, nacionales o
internacionales10.
Las radios comunitarias son
llamadas de distintas maneras alrededor del mundo, por ejemplo: radio rural,
radio cooperativa, radio participativa, radio libre, radio alternativa, radio
popular, radio educativa, etc. y así también son de variados sus perfiles ya
que algunas son musicales, otras militantes y otras musicales y militantes. Se
localizan tanto en áreas rurales aisladas como en el corazón de las ciudades
más grandes del mundo. Sus señales pueden ser alcanzadas ya sea en un radio de
un kilómetro, en la totalidad del territorio de un país o en otros lugares del
mundo vía onda corta.
1. Radio
Candip de Zaire: Lecciones de una experiencia poco conocida
La experiencia de esta radio
comunitaria, Radio Candip, tiene lugar en el país centroafricano de Zaire y
contándoles un poco más sobre su historia pues, ésta fue establecida en 1977,
como proyecto del Centro de Radiodifusión y Actividades Educativas.
La base en la cual se fundamenta, está
en crear una radio hecha por o con el pueblo, más bien que para el pueblo.
Entonces, es un modelo donde busca democratizar la palabra del pueblo en la
radio, devolviendo así el medio a la audiencia.
Los que pertenecen a Radio Candip
están convencidos que la escucha pasiva debe transformarse en diálogo y
comunicación, por lo cual insiste en programas que responden a las preguntas y
necesidades de los oyentes y anima a todos a trabajar juntos en proyectos
colectivos.
Los equipos de producción de Radio
Candip crean programación en siete idiomas, y una variedad de estructuras de
programas. Una de las más interesantes de estas estructuras se encuentra en los
programas participativos de la estación que se basan en material suministrado
por clubes y miniestudios de radio.
Poco después de que Radio Candip
empezó a transmitir, el personal de la estación fomentó la creación de clubes
de radio en aldeas por toda la región. Un club de radio, para que puedan
imaginarlo y hacer el concepto más familiar, es un grupo de personas que se
reúne para escuchar la radio, discutir acerca de sus programas y pasar a la
acción. Estos grupos preparan informes de radiooyentes, testimonios de
audiencia, preguntas y los envían por correo a la estación. Hacia febrero de
1987 había 749 clubes que comprendían seis grupos: nandé, lendu, alur, swahili,
lugbara y lingala.
Se les anima a los aldeanos a mirar
en torno suyo y comparar el mensaje radial con las realidades vividas,
comprender el porqué, reflexionar sobre sus móviles y conducta, y llevar lo que
oyen al plano de la acción concreta y de las soluciones a los problemas que se
les planteen. Los clubes de radio constituyen también el punto focal para
conocer la reacción de la audiencia.
Por otro lado, la creación de
miniestudios tiene lugar solamente cuando se cumple una serie de condiciones
específicas. Cada miniestudio al cual Candip equipa con una grabadora tiene que
hacer frente a varias cuestiones nuevas: ¿A quién se debe grabar? ¿Qué debe
grabarse? ¿Cómo deben efectuarse las grabaciones?
Los casetes que los miniestudios
envían a Radio Candip comprenden diferentes estilos de grabaciones que se
incorporan a una variedad de estructuras de programa. Un método emplea una
técnica llamada de ver-juzgar-actuar, la que conlleva la grabación de
discusiones acerca de los problemas importantes de la aldea, por lo que la
Radio Candip produce un programa completo sobre el tema pasando por una previa
selección de los comentarios expresados en la discusión dirigida.
Otra técnica consiste en que la
estación determine 60 temas para una serie de programas llamados “Desarrollo y
Mujer-Familia”. Se apremia a los miniestudios a que escojan un tópico que les
interese, y que transmitan sus comentarios y puntos de vista. Y, además de
entrevistas, comentarios y reportajes, las contribuciones de los miniestudios
comprenden cuentos, cantos, adivinanzas, sátiras y elementos similares que se
prestan fácilmente al arte de la producción radiofónica. Pues, a través de los
micrófonos de los miniestudios, la gente puede manifestarse de un modo
auténtico según sus tradiciones, costumbres y cultura y en su propio idioma.
Hace muchos años, un anciano
expresó los pensamientos que siguen acerca de la radio: “… Antes no teníamos
intención de manifestarnos. Ahora, hemos aprendido a hablar y expresar lo que
pensamos. La radio nos ha encaminado a esta nueva dirección al pedirnos que
participemos en programas en nuestro propio idioma. Nosotros mismos hacemos
preguntas por radio. La radio ha abierto nuestros ojos, oídos y bocas.”
Y eso es lo que Radio Candip ha
demostrado con sus técnicas innovadoras en este lado del mundo, en un país
centroafricano se pudo construir una nueva sociedad que ahora tiene ánimos de
hablar y por lo tanto es escuchada, una sociedad empoderada por su radio, el
medio que rompe las barreras y permite que puedan ver más allá de su aldeíta.
2. Cómo KPFA
encontró un nuevo lugar
La KPFA es la abuela de la radio
comunitaria en Estados Unidos, ubicada en Berkeley, California. El grupo que
inició la aventura de crear una radio comunitaria en esta localidad vivió los
estragos de la II Guerra Mundial, se denominaron la Fundación Pacífica, pues
estaban disgustados por la manera como la radio había sido utilizada para
intensificar las pasiones bélicas. Por lo tanto, la emisora con este grupo de
personas entusiasmadas con la idea de aprovechar el medio para promover la paz
y el desarrollo comunitario.
Para sustentar esta radio emprendió
un proyecto en el cual, pidieron a sus oyentes que se “suscribieran” a la
emisora, como si se tratara de una revista o de un periódico. Y también, hoy en
día obtienen la mayor parte de ingresos por donaciones de sus oyentes. La
mayoría de éstas se hacen durante los “maratones” radiofónico cuando los
programadores ponen lo mejor de su programación e invitan a los oyentes a
suscribirse y ayudar a la emisora.
Así como es la primera radio
comunitaria en Estados Unidos, la KPFA es también una de las más grandes. No
acepta publicidad, ni siquiera suscripción limitada de valores, pero las
donaciones de sus oyentes y otras pocas fuentes le proporcionan un presupuesto de
más de un millón de dólares al año.
A lo largo de los años, la radio
comunitaria basada en el modelo de “patrocinio” por los oyentes ha llegado a
ser conocida como radio harapienta con medos reducidos, donde los programadores
voluntarios trabajan en estudios desvencijados con equipos sujetos con pinzas
de cocodrilo y amenazas del ingeniero. Algunos grandes programas se han
producido en estas circunstancias, pero las emisoras siempre han estado al
borde del abismo desde el punto de vista financiero.
Una visita a la KPFA basta para
convencer incluso al más escéptico que el éxito material no era el objetivo de
la KPFA. Alfombras desgastadas, pasillos oscuros y chirriantes, oficinas llenas
de muebles viejos, etc. Esta es la “naturaleza” de la KPFA y de todas las
radios comunitarias en Estados Unidos.
Pero un buen día, algo grandioso e
inesperado que daría el giro de 360° de esta situación sucedió. Una mujer que
hace muchos años había sido oyente de la KPFA, como tantos otros, hacia
regularmente pequeñas donaciones, murió. En su testamento dejó su casa para la
emisora, lo cual la mayoría de oyentes no hace.
La casa, aunque modesta, era
valiosa porque se encontraba en el área de la Bahía de San Francisco, donde las
viviendas están en gran demanda. La KPFA, justo en estos tiempos, se encontraba
muy preocupada por hallar un nuevo hogar para sí, pues, otro contribuidor de
muchos años de la emisora también había muerto, era el propietario del espacio
donde estaba situada la KPFA, y durante años, había permitido que la estación
pagara un alquiler muy bajo. Pero los nuevos dueños, subieron el alquiler
despiadadamente. De modo que el dinero procedente de la casa de la difunta
venía a representar unja oportunidad especial: la suerte de empezar un nuevo
edificio fundado por la KPFA.
Pero, la construcción de una nueva
casa sobrepasaba el costo de la casa de la difunta, haría falta un par de
millones de dólares, quizás tres para conseguir un nuevo solar para la emisora,
dinero que había de ser recaudado entre la misma gente. Así que se pidió a una
firma de investigaciones simpatizantes que se informase si era factible
intentarlo y recaudar el dinero adicional. La respuesta fue un sorprenden “sí”.
Los investigadores descubrieron que había mucha gente dispuesta a donar en una
campaña para el edificio de la KPFA.
La gerente de la KPFA, Patricia
Scott era el elemento clave para sacar todo el proyecto hacia adelante. Ella no
concibe porqué la comunidad no debe de tener un equipo tan bueno como le sea
posible. Las multinacionales no deberían ser las únicas en disponer de equipos
decentes.
Aunque, la KPFA no es la primera
radio comunitaria en Estados Unidos que recaudó dinero con el fin de mudarse a
una vivienda mejor, la mudanza desencadenó un debate sobre la definición de la
radio comunitaria y su lugar en la comunidad. Pero muchas personas, entre ellas
oyentes, voluntarios y personal a sueldo, observan que la KPFA no ha
comprometido ningún de sus principios. La emisora todavía se niega
absolutamente a aceptar donaciones de sociedades comerciales, aún defiende la
expresión libre y la discusión política, los locutores continúan poniendo
música desatendida por las emisoras comerciales y la KPFA tiene las ondas más
asequibles en la ciudad. Dicen que el nuevo edificio muestra que si uno persiste
en sus principios y sirve realmente a su comunidad, acaba siendo recompensado.
Opinan que si la radio comunitaria
ha de cumplir su misión y tener impacto significativo en la comunidad, han de
cambiarse estos enfoques porque la radio comunitaria también puede gozar de una
excelente calidad de audio con los equipos adecuados para su óptima
transmisión, así también programas con buenos conceptos políticos o culturales
con la posibilidad de reestructurase si no llegan a la gente. Las emisoras
necesitan prestar mucha más atención a la calidad de producción de los
programas, de lo contrario, ahuyentarán a la audiencia.
Y, por fin, las emisoras deberían
aprovecharse plenamente de los datos que les pueden facilitar ahora las agendas
profesionales de sondeo de audiencias (antes limitadas a las emisoras
comerciales) para poder evaluar cómo están actuando.
Hubo construcción y mudanza.
También está realizando sondeos de audiencia
y una profunda revisión de su horario de programación. El tiempo dirá en
qué medida la emisora y sus oyentes serán influidos por estos cambios.
3. Radio
comunitaria de Mahaweli
La radio comunitaria de Mahweli en
Sri Lanka (RCM) es la primera de este tipo en Asia del sur y fue fundada en
1981 por la Corporación de Medios de Difusión de Sri Lanka (SLBC), con la ayuda
de la Organización Educativa, Científica y Cultural de las Naciones Unidas
(UNESCO) y de la Agencia Danesa de
Desarrollo Internacional (DANIDA).
Para contarles un poco cómo surgió
está radio, pues empezaré diciendo que corría el año de 1979 y un nuevo
gobierno tomó el poder en Sri Lanka, la prioridad del gobierno consistía en
desviar el causa del río de Mahaweli, proyecto que implicaba la reubicación de
cerca de un millón de personas procedentes de todo el país. Knub Ebbeson, un
productor danés que se encontraba en visita privada en Sri Lanka, sintió que ya
había llegado el momento oportuno para proponer un proyecto de radfio
participativa en Sri Lanka. El Proyecto de Radio Comunitaria de Mahaweli se
implementaría a lo largo del proyecto de desviación del río, para facilitar el
desarrollo socioeconómico de los pobladores.
Las entidades que apoyarían tal
proyecto fueron: la UNESCO y DANIDA que proporcionaron los capitales iniciales,
la SLBC que cubría los costos permanentes de proyecto. Y también estaban
dispuesto a apoya personalidades como: el doctor Sarath, un eminente experto en
comunicaciones, era secretario permanente de la Secretaría de Estado
responsable de asuntos relativos a los medios de difusión; el director general de la SLBC, el difunto
Thevish Guruje y el subdirector, el difunto E.S.T. Fernando, quien fue nombrado
más tarde coordinador general de la RCM.
La filosofía de la Radio
Comunitaria de Mahaweli se desarrolló durante la última década. He aquí las
principales directrices que identificamos cuando se escribió este artículo:
-
Se debería minimizar, si no erradicar completamente,
la orientación urbana, elitista de la radio sirviendo así de foro para permitir
a los oyentes rurales expresar sus opiniones.
-
Se debería expresar los distintos puntos de vista
relativos a los temas de desarrollo para crear un ámbito constructivo de
diálogo y de comunicaciones intercomunitarias.
-
Se deben seccionar los programas en base a las
conclusiones de las encuestas que se llevan a cabo sobre el terreno.
-
Los oyentes prefieren tener visita de sus parientes y
amigos por medio de la “caja parlante” (radio) en lugar de escuchar voces
extranjeras.
-
El impacto máximo de la radio comunitaria se logra
cuando se identifica claramente a los grupos hacia los que se dirige.
Para implantar estas líneas
directrices se utiliza un método que incluye equipos móviles que van hasta los
pueblos. En 1985, por ejemplo, se estableció la primera radioemisora
comunitaria en Girandurukotte, uno de los pueblos de la nueva zona de población
de Mahaweli. En este método, los equipos de producción que hacen visitas sobre
el terreno están compuestos de dos productores y un cocinero; van a un pueblo y
se quedan cuatro días. Muchas veces suelen hospedarse en lugares públicos.
Analizan las realidades socioeconómicas e incluso psicológicas de la vida del
pueblo. Una vez logrado un conocimiento directo de un tema dado, los
productores hacen sus grabaciones. Luego, vuelven a su sede para preparar la
tercera semana.
En la tercera semana, un equipo más
grande de productores, técnicos y asistentes, vuelve a visitar el pueblo. Lleva
consigo una mesa de control portátil y equipo de grabación. En el curso de la
semana anterior, los campesinos ya han organizado un espectáculo cultural que
va a ser grabado por el equipo de producción e invitan a la población local a
ayudarles con la estructura final del programa: una mezcla des espectáculo
cultural y de las entrevistas realizadas durante la primera semana. El programa
final se difunde después en el servicio regional de la SLBC.
No cabe duda que las operaciones de
la Radio Comunitaria de Mahaweli eran costosas y que la misma naturaleza de la
difusión comunitaria participativa exige más recursos que la producción en
estudio. Sin embargo, después de algunas experiencias, se ha logrado reducir el
costo a un nivel que permite a la Radio Comunitaria de Mahaweli funcionar sin
fondos extranjeros. Ya que al usar nuevas estructuras, al mezclar la producción
hecha en el pueblo con la producción hecha en estudio y al asignar equipos de
producción a emisoras regionales, se consiguió disminuir el costo por hora.
En este proyecto de la Radio
Comunitaria Mahaweli, hubo un momento de crisis. Algunos problemas se volvieron
tangibles cuando se acabaron los fondos y la asistencia internacionales, en
1990. El proyecto no había logrado un apoyo a largo plazo por parte de la SLBC
y había una gran falta de organización. Esto se debía en parte a la violencia
política. Pero esto no era la razón principal.
En el Segundo Seminario Regional de
la UNESCO, Evelyn Foy, secretaria general de AMARC, participó en el seminario y
observó que la situación era bastante desalentadora debido a la dificultad de
utilizar los recursos asignados a la Radio Comunitaria de Mahweli dentro del
marco del proyecto, una falta general de recursos locales y la centralización
de la toma de decisiones en la capital y en la sede del Sistema de Difusión de
Sri Lanka.
Ahora, el tema de la cooperación
internacional y los fondos extranjeros tiene sus pros y contras y éstos los
vivió Radio Comunitaria Mahaweli. Como ya mencionamos anteriormente, el proyecto
de esta radio comunitaria era en gran parte una iniciativa extranjera que se
hizo posible gracias a la disponibilidad de fondos internacionales y porque los
colaboradores extranjeros fueron capaces de convencer a los responsables de
tomar las decisiones y de administrar la radiodifusión.
La cooperación internacional ayuda
a la Radio Comunitaria de Mahaweli a existir con un mínimo de interferencia
política. En un país donde la difusión es altamente politizada, el lograr
permanecer fuera del ámbito político, constituye un logro importante. La
colaboración entre la UNESCO y DANIDA
exigía neutralidad política, se puede considerar como uno de los
diversos factores que contribuyeron al trabajo “apolítico” de la Radio
Comunitaria de Mahaweli. Y otra de las ventajas de esta cooperación
internacional fue que el concepto de la Radio Comunitaria de Mahawelifue
reconocido en el ámbito internacional y se analizó muchas veces la posibilidad
de implantar el mismo modelo en otros escenarios nacionales.
Pero, el principal factor negativo
fue la dependencia excesiva del apoyo extranjero por parte de la Radio
Comunitaria de Mahaweli. Debido a que después de diez años, el proyecto de esta
radio comunitaria funcionaba como si siempre fuera a gozar de dichos fondos, y
no desarrolló un plan apropiado de preparación para el retiro del apoyo
internacional. Lo cual ha impedido que la radio pueda diversificar sus fuentes
de ingresos y explorar nuevas alternativas.
CONCLUSIONES:
-
Las radios comunitarias no sólo existen en pueblos
alejados donde la tecnología no llega, sino que están entre las comunidades
tanto indígenas como campesinas o urbanas, no se restringe a un solo grupo
social. Éstas permiten que el ejercicio de radiodifusión se comprometa con los
sujetos sociales de su comunidad frente a diferentes realidades y problemas,
mostrando la diversidad y pluralidad de los sectores y también centrando las
problemáticas específicas para generar un debate social sobre los temas que les
preocupan.
-
Las radios comunitarias deberían ser una de las
opciones de solución en nuestro país para un conflicto social, pues es un medio
que tiene muchas posibilidades para aportar a la transformación positiva de un
conflicto con la participación ciudadana de forma directa.
-
El papel de la mujer en la radio comunitaria ha sido
una revolución total en entornos sociales cien por ciento machistas,
permitiéndoles tener visibilidad en grandes proyectos de ayuda a la ciudadanía
y llegando a ser líderes en movimientos sociales.
-
Teniendo como ejemplo a la proyecto de Radio
Comunitaria de Mahaweli, podemos concluir que para poner en práctica una radio
comunitaria también debemos planear la retirada de las agencias donantes para
así tener un plan de acción seguro cuando ya no contemos con su ayuda, y no
llegar a una crisis inesperada en la cual no nos permitirá seguir la producción
radiofónica.
10Maherzi,L. (1999). “Informe mundial
sobre los medios de comunicación”. París, Francia. Ediciones UNESCO/CINDOC. http://books.google.com.pe/books?id=iHDd1gNFVsQC&pg=PA152&dq=experiencias+de+radio+comunitaria&hl=es&sa=X&ei=2W-2Uf6UKY-t0AGx-oDgAQ&ved=0CC8Q6AEwAA#v=onepage&q=experiencias%20de%20radio%20comunitaria&f=false
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