Existe una estrecha relación de la
palabra con el tiempo, esto es causado debido a los cambios que se suscitan, ya
sean éstos cambios sociológicos, cambios tecnológicos y/o cambios de
costumbres, etc. Se habla de una relación especial entre el sonido y el tiempo,
puesto que la humanidad ha evolucionado en el tiempo, por lo tanto si nos
remontamos al inicio de las civilizaciones, recordaremos que no eran grupos con
lenguaje oral determinado, sino que usaban distintas sonidos para llamar la
atención o para transmitir mensajes que ayudaba a la comunicación con sus demás
compañeros.
Ahora que ya tenemos hasta
experiencias humanas que influyen en lo que decimos tenemos diversas voces
sociales en múltiples patrones de sonidos que componen una lengua y sus usos,
en los ritmos y las pautas de la conversación cotidiana, las narraciones
ritualizadas, las canciones y en fin toda esa cauda de formas de interacción
verbal que caracterizan las culturas históricas. Pues, ahora existe la
pluralidad de lenguajes sociales y discursivos ideológicos que constituyen un
medio dinámico de pluridiscursividad y remite a la oralidad. Este vídeo muestra los patrones sonoros que podemos utilizar para llegar a conectar con el oyente: http://www.youtube.com/watch?v=dM0JBm8vX-0
Cada persona es un mundo de sonidos
del discurso oral, con sus modulaciones, acentos y entonaciones, cada uno de
los cuales es portador de los matices sociales del sentido social y
personalizado situacional. Poseemos una cronotopía –su arraigo
espacio-temporal- que la sitúa como única, y su ideología, que la identifica
como entidad social.
Debemos tomar en cuenta lo que dice
Bajtin, él diferencia géneros primarios-principalmente orales, de géneros
secundarios de la esfera de la comunicación discursiva escrita (dramas,
novelas, ensayos, géneros periodísticos, etc.). Afirma que los géneros
secundarios absorben y reelaboran diversos géneros primarios constituidos en la
comunicación discursiva inmediata. Esto
sugiere que la tanto la voz como la letra aparecen unificadas por la producción
dinámica de los sentidos, la metáfora musical está ligada a lo dialógico y
sugiere que la música y la misma idea de entonación relacionada con el lenguaje
musical es generadora del sentido.
En el discurso radiofónico, el
receptor utiliza diversas variables paralingüisticas (timbre, intensidad,
entonación, acento) constituidas de “tonos de la voz” específico, para
construir imágenes corporales, en muchas circunstancias alejadas de la
fisonomía real de los individuos que hablan. Por ejemplo, cuando hacemos radio
debemos acoplar nuestra voz al contexto que vamos a representar o queremos que
imagine el receptor; es decir, si tratamos temas que tengan que ver con
responsabilidad social o el bien común de la ciudadanía debemos tener un
adecuado timbre, intensidad y entonación de nuestra voz para que el mensaje que
transmitamos sea creíble, entendible y asimilable. Por lo tanto, todo cómo lo
escuche el receptor dependerá de uso de su voz que tiene el emisor para
transmitir el mensaje.
El lenguaje de la radio es
invisible, seductor y sugerente; posee una presencia fugaz, porque no está
dominado por el sentido de la vista y puede provocar presencias imaginarias,
tejer memoria o generar sueño. Es una ventaja única que sólo tiene la radio,
permite al radioescucha usar su imaginación, no le limita a recrear personajes,
lugares o tiempos específicos sino que lo invita y anima a poder distraer su
mente con sólo escuchar y permite desarrollar la creatividad.
La palabra radiofónica está más
ligada a la acción con el mundo que a la interpretación del mundo, apelan a las
imágenes memorables, a la redundancia, a los refuerzos y al ritmo en el decir,
a paralelismos entre oraciones o miembros de discursos, a juegos con la
respiración o en el uso de los silencios, etc. La construcción discursiva es la
fórmula de la cultural oral.
El diálogo radiofónico debe ser no
sólo entre los locutores, olvidándose que están en un programa radial y están
siendo escuchados, los que los escuchan, la audiencia, los radioescuchas, deben
ser los co-protagonistas de los programas radiales para esto intervienen
técnicas como la de empatizar con el público aludiendo cómo se sienten, o tal
vez creando un ambiente de mucho más confianza, dirigiéndose a la persona con
un título de “amigo” creando un carácter afectivo en la radio con el otro,
estrechando así los vínculos de cercanía con el radioescucha.
La distancia entre el medio y el
oyente queda abolida por lo directo de la oralidad, la enunciación
interpeladora y diversas estrategias de interactividad que crean intimidad,
confianza e incluso confesionalidad.
También hay que tener en cuenta que
los géneros dialógicos en la radio otorgan dinamismo a la información y un rol
más activo al destinatario. En radio tenemos una materia bruta por explotar, la
voz, la entonación, ritmo expositivo, respiración la cual permite que produzca
impacto en el receptor, puesto que la radio capta el testimonio y el valor
expresivo de la voz humana debemos “sacarle el jugo”.
Hablamos, además, del género
participación que tiene como objetivo principal hacer público el contacto
inmediato y particular que se establece entre el sujeto emisor de la
comunicación y determinado oyente. Este link nos presenta un ejemplo de la participación de oyente en la radio, de espectadores a usuarios: http://www.vivalaradio.org/comunicacion-alternativa/radios/invitar-al-otro.html
A manera de conclusión, en el
discurso radiofónico hay que tener en cuenta que como comunicadores nuestra
motivación al hacer radio debe ser que las personas puedan entender el mensaje
que transmitimos y que lo asimilen y eso dependerá de nuestra forma de cómo
causemos impacto con lo que decimos, usando muy bien los géneros, recursos, y
relaciones con el oyente.
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